Peticiones

Oración con Salmos



Podemos orar con los Salmos:

La piedad judía consideraba que siempre había motivos para elevar una oración a Dios: sus grandes gestas histórica en favor de Israel, el don de la Ley, el don de la alianza, su gran misericordia, su paciencia, su grandeza mostrada en el cosmos. Sin embargo, en ocasiones, tanto el fiel individual como el pueblo viven situaciones difíciles que convierte su oración en un grito desesperado que se torna súplica, queja, grito que pide auxilio, petición a la compasión o al perdón divinos.

Mediante los textos de la Biblia el pueblo judío y la Iglesia cristiana están convencido de que Dios les habla para mostrarles su misterio y establecer un pacto de amor, amistad e intimidad entre el pueblo y su Dios. Pero sucede que, a través de los salmos, quien habla no es Dios, sino el pueblo, sea mostrado en su totalidad, o como una serie de miembros concretos o, finalmente, como un individuo solo. En estas oraciones se deja sentir lo que hay en el corazón del fiel judío, pero sus sentimientos, sus emociones, sus expresiones son las que vive y experimenta cualquier ser humano en las mismas circunstancias.

Cuando sufrimos queremos consuelo, apoyo, comprensión o solidaridad; cuando estamos felices queremos agradecer, buscamos quién nos acompañe para que comparta nuestra dicha; cuando estamos desesperados, necesitamos quien nos ofrezca aliento, esperanza o soporte; si vivimos un momento de admiración por lo que nos rodea, nos regocijamos, nos alegramos y, en el caso de un judío o un cristiano, alaba a Dios, le bendice, reconoce su grandeza, su poder, su bondad, su majestuosidad.

Cuando tenemos conciencia de haber obrado mal, entonces pedimos perdón, imploramos paciencia, pedimos a Dios que aleje de nosotros los males o un posible castigo. También sucede que, siguiendo los ciclos de la vida, el pueblo judío ora a Dios en tiempos de cosecha, pidiendo la bendición, la abundancia de bienes, la lluvia, el rocío; si todo marcha sobre ruedas, entonces se agradece a Dios por sus dones; si algo falla, entonces se implora su intervención, que manifieste su poder y que nunca olvide las necesidades y dolores de su pueblo.

Por otra parte, el templo de Jerusalén y el monte Sión juegan un papel importante en la vida, la piedad y la historia judías, por eso encontraremos salmos en los que se alaba el templo o el monte Sión. Otros cantos se usan cuando se va en peregrinación por las diferentes fiestas judías.

En fin, orar con los salmos es dejar escapar toda la gama de sentimientos, emociones, vivencias, esperanzas, temores, deseos, anhelos, sueños que tiene y experimenta cualquier ser humano; por eso, si queremos introducirnos en la oración con los salmos, tenemos dos opciones: la primera, la más universal y la propia de nuestra Iglesia es lo que se llama la Liturgia de las horas.

La Liturgia de las horas es la oración oficial de la Iglesia, la cual sigue el ciclo del Año litúrgico en la que se insertan las solemnidades, fiestas, memorias, conmemoraciones y ferias más importantes. Está dividida en cuatro semanas que se repiten al paso del tiempo. Basados en los tiempos fuertes de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua, la Iglesia celebra los misterios de nuestra salvación con la celebración del Oficio divino. Asimismo, se divide la oración no solo en semanas y días, sino que también se han establecido horas: Oficio de lectura, que se usa antes de las 6-7 de la mañana; las Laudes que se rezan entre 7-9 de la mañana; la hora tercia que se reza de 9-12 del mediodía; la hora sexta que se reza entre 12-3 de la tarde; la hora nona que se reza por las tardes de 3-6; las vísperas que se rezan de las 6 de la tarde en delante y, finalmente, las completas que se usan poco antes de retirarse a dormir.

El otro modo de orar con los salmos, sería la selección personal; en este caso, nosotros elegiríamos los salmos según lo que tengamos en mente o lo que estemos viviendo. Hay salmos para todo momento que podemos usar siempre que así lo necesitemos, Salmos como: 1; 8; 14; 15; 16; 23; 27; 31; 34; 40; 42-43; 46; 62; 63; 71; 85; 88; 89; 92; 94; 100; 103; 104; 116; 124; 126; 127; 131; 136; 139; 150.

Para tu oración con los salmos te sugerimos lo siguiente:
1. Selecciona el lugar y la hora para orar.
2. Pon música suave que te ayude a conseguir tranquilidad y paz.
3. Haz alguna oración personal o usa alguna oración de tu libreta.
4. Después de un momento de silencio, localiza el salmo que has seleccionado para orar.
5. Lee el salmo varias veces.
6. Recuerda que la poesía, aunque tenga saltos de línea te exige leer siempre hasta la siguiente coma (,) para que entiendas las ideas.
7. Lo ideal es que leas el salmo varias veces, primero seguido, y después te centres en cada línea o cada idea separada por coma (,) y busques aquellas que te digan más.
8. Una vez que localices las ideas que más te atraigan, concéntrate en una y medítala un poco.
9. Repite la frase varias veces haciendo diferentes entonaciones, acentuando por vez cada palabra; en la primera acentúas la primer palabra; en la segunda repetición, acentúas la segunda; en la tercera, la tercer palabra y así sucesivamente hasta terminar la frase.
10. Haz lo mismo con las diferentes frases que te hayan llamado la atención o te hayan provocado volver la mirada y el corazón a Dios.
11. En tu libreta, anota una pequeña oración que haya nacido de tus versos seleccionados.
12. Concluye con una acción de gracias o un Padre nuestro.