Peticiones

La Eucaristía (Sacramento por excelencia)



En cada uno de los Sacramentos Dios nos da su gracia, su multiforme gracia, todos y cada uno de ellos es de gran importancia para la vida cristiana, pues los sacramentos alimentan y fortalecen la vida de fe en la comunidad cristiana.

Aun y cuando cada Sacramento tiene su importancia y valía, hay uno que es obviamente el más importante de todos, y ese es “el Bautismo”. Y es el mas importante, porque sin él, no es posible ninguno otro, ya que el Bautismo es la puerta de entrada a la Iglesia. Por el Bautismo nacemos a la vida de la gracia y solo después es posible recibir las gracias de cada uno de los demás sacramentos.

Claro, el Sacramento más importante ciertamente es el Bautismo, sin embargo eso no quiere decir que sea el mayor, ni el más digno. No, el sacramento mayor, el más digno es nada más y nada menos que "la Eucaristía". ¿Por qué?.  Pues, resulta que mientras en cada Sacramento, Dios derrama sus gracias, en la Eucaristía se nos da Él mismo, el dador de toda gracia.

Sí, el Bautismo nos da la gracia de la filiación divina, la gracia santificante, la confirmación, nos da la gracia actual de fortalecernos en la fe y armarnos como heraldos de Jesús, La reconciliación nos regresa la gracia perdida por el pecado, nos da la gracia resucitadora de la fe, La unción de los enfermos nos da la gracia de la salud espiritual y si es voluntad de Dios y bien nuestro también nos devuelve la salud física, nos fortalece en el sufrimiento y el dolor de la enfermedad, El matrimonio y el orden Sacerdotal, nos da la gracia de estado para responder a Dios según un llamamiento de vocación personal específica, para dar testimonio de la fe, ya sea desde la fidelidad al esposo(a) o bien, desde la entrega a Dios en el servicio de su pueblo desde el celibato por el Reino de los cielos.

Ah claro, no es que se me haya olvidado mencionar el Sacramento de la Eucaristía, no, a propósito lo quise dejar al final, pues mientras en cada uno de los sacramentos recibimos unas gracias específicas, particulares. En cambio en la Eucaristía no solo recibimos una gracia ni siquiera una lluvia de gracias, sino al mismo Autor de la Gracia. Si, en la Eucaristía no solo Dios nos da su Gracia, sino Él mismo se nos entrega, se nos da el mismo Señor y Dios nuestro.